David González Jara nos descubre algunos de ‘Los secretos de Flora’ en su relación con las personas

En las páginas de este libro, publicado por la editorial Ariel, se revela a través de una serie de historias mínimas y empleando las moléculas químicas como imprescindible nexo, el sólido e imperecedero vínculo que existe desde siempre entre las plantas y los seres humanos

Madrid, 19 de febrero de 2024

No existe nada tan falaz como la mansedumbre de una planta. Acostumbrados a su liviana y silenciosa compañía, narcotizados por los colores y los aromas que gritan sus flores, en pocas ocasiones somos conscientes de que estamos ante los más expertos alquimistas de la naturaleza.

El mundo vegetal, tal y como nos revela David González Jara en su último libro, Los secretos de flora (Ariel, 2024), oculta prodigiosas sustancias que pueden mitigar el dolor y el sufrimiento humano, capaces de curar enfermedades y, a la vez, arrancarnos la vida en un suspiro. Por ejemplo, una planta puso fin a la existencia del mejor de los hombres; otra acompañó a Marco Aurelio durante sus largas meditaciones; y Freud creyó encontrar una sustancia milagrosa en la misma planta que a muchos otros ha conducido a la muerte.

En las páginas de este libro, según apunta su autor, “se recurre a la ciencia, la historia y la antropología para desvelar muchos de los secretos, algunos ya revelados y otros todavía por descubrir, que esconden las plantas bajo su bella e inofensiva apariencia. Secretos cuya naturaleza química es capaz de provocarnos las más potentes adicciones, esconder los fármacos más prometedores e imaginar los más letales venenos”.

A modo de ejemplos, de la quinina apunta: «En la versión que la escritora francesa Madame de Genlis convirtió en la novela Zuma o el descubrimiento de la quinina, es una hermosa e inocente nativa (cuyo nombre indígena da título a la novela) quien mantiene una lucha interior entre respetar el secreto que oculta el árbol de la quina o emplear la medicina que de este se extrae para tratar las fiebres que están matando a su ama, la condesa de Chinchón, que tan buena ha sido siempre con ella».

«De lo que sí nos han llegado evidencias históricas es del hecho de que los pobladores andinos utilizaban la corteza de la Cinchona officinalis, que ellos llamaban «kina-kina», para tratar la fiebre y otros síntomas asociados a distintas enfermedades, desde mucho antes de la llegada de los europeos y de la malaria».


David González Jara, con un ejemplar del Diario del Jardín Botánico, en el emparrado del RJB

La enfermedad del soldado

Y a la morfina y la heroína las califica como: «La «enfermedad del soldado», pues de este modo se denominó al conjunto de síntomas que presentaban los excombatientes en la guerra de Secesión y que denotaba una profunda dependencia de la morfina, nos reveló una cara menos amable: el inigualable poder adictivo de esta sustancia de origen vegetal».

«En 1898, la poderosa farmacéutica Bayer, utilizando como base la morfina, sintetizó en el laboratorio una sustancia llamada heroína que inicialmente comercializó en forma de jarabe para la tos».

«Son muchos los analgésicos que emplean directamente la morfina como principio activo; otros utilizan moléculas que, como la oxicodona, surgieron de una pequeña modificación química del opiáceo natural. E incluso los hay, como el tramadol, ajenos a la planta de la adormidera que, imitando el comportamiento de los opiáceos naturales, se fabrican completamente en el laboratorio».

El autor de Los secretos de flora atiende a un medio de comunicación en el Jardín Botánico.
Fotografías: © Jesús G. Rodrigo | RJB-CSIC

Más sobre el autor

David G. Jara (@DavidGJara) es doctor y licenciado en Bioquímica por la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid y la Universidad de Salamanca, respectivamente. Estudió las licenciaturas de Ciencias Químicas en la Universidad de Almería y Ciencias Ambientales en la UNED. Científico multidisciplinar y docente de formación, en la actualidad compagina su afición por la divulgación científica con la docencia como Profesor Titular en la especialidad de Biología y Geología en el CEO ‘Mirador de la Sierra’ en Villacastín (Segovia). Es autor de varios ensayos científicos algunos galardonados con el Premio Europeo de Divulgación Científica y el Premio Prismas de divulgación científica «Casa de las ciencias». En Ariel ha publicado Bacterias, bichos y otros amigos y El reino ignorado.

Pincha sobre la imagen de la portada para leer algunos fragmentos del libro.

Scroll al inicio