El nuevo recorrido se presenta con motivo del 262 aniversario del RJB, pero el visitante puede concertar de antemano este itinerario
El Real Jardín Botánico brinda al visitante distintas posibilidades para conocer su biodiversidad vegetal. Desde la Terraza de los Cuadros, junto a la entrada principal, donde figuran las colecciones de plantas ornamentales, hasta la Terraza de los Laureles, un moderno espacio expositivo donde se puede apreciar la exquisita colección de bonsáis, el Botánico ofrece nutridas opciones de transitarlo. Sin embargo, en unas ocasiones lo que el visitante necesita es tiempo para recorrer el Jardín de una punta a otra. Y en otras circunstancias, conocer bien todos sus rincones para sacar el máximo rendimiento a su visita.
Por ello, junto a la nueva aplicación móvil “RJB Museo Vivo” que permite realizar una visita a la medida de cada uno en tiempo y forma, se une ahora la visita guiada “5 rincones del Botánico”, una propuesta para conocer mejor el Jardín, la historia de algunos espacios que pueden pasar desapercibidos y explorar en poco menos de dos horas una buena parte de sus ocho hectáreas.
“5 rincones del Botánico” se estrena este domingo 15 de octubre y repite el martes 17 con una visita guiada gratuita con motivo del 262 aniversario de la creación del Jardín Botánico el 17 de octubre de 1755. Las plazas ofertadas para esta actividad ya están completas pero puede solicitarse dentro de la oferta de recorridos guiados concertados del RJB indicando en el apartado de observaciones su título. Los cinco rincones que se propone visitar son: el Huerto, la Platabanda, la Glorieta de la Niña, la Estufa de Palmas y las mesas expositoras.
1. El huerto. Al final de la Terraza de los Cuadros y frente al estanque de agua dulce se encuentra el huerto. Es una zona muy vistosa y didáctica. Miles de escolares que acuden al Jardín cada curso la incluyen en sus itinerarios de visita. También numerosas personas adultas. A unos y otros les sorprende reconocer la variedad de plantas alimenticias que aquí se encuentran. No solo de un año a otro, sino en las distintas estaciones del mismo año. Ahora, en otoño, coles, brécol, lombarda o calabazas. En invierno, rábanos, puerros, ajos o cebollas. En primavera-verano, espárragos, lechugas, pimientos, tomates o una extensa variedad de frutas. Antiguamente, en el cuadro que ocupa el huerto se realizaba anualmente la siembra de tiestos por lo que los jardineros más veteranos denominan este espacio como “cuadro de la siembra”.
2. La platabanda. La Bordura Inglesa, conocida popularmente como la platabanda, recorre el Paseo de las Estatuas donde figuran los ilustres botánicos españoles José Quer y Martínez, Simón de Rojas Clemente, Antonio José Cavanilles y Mariano Lagasca. Este paseo genera todo tipo de opiniones, aunque cuenta con más partidarios que detractores, por el desorden organizado de plantas que aquí se aprecia. Su valor reside en la variedad de plantas ornamentales que aquí se muestran y la variedad de colores que aporta a la zona. Gracias a una planificación general de la plantación que aquí se realiza unos 9 meses del año mantiene flores. Un seto de mirto o arrayán recortado divide la platabanda y el paseo alto. Bajo él se plantaron una colección de arbustos y plantas vivaces muy interesantes en jardinería. Sin duda, es uno de los rincones del Jardín que capta más fotografías por los visitantes.
3. La Glorieta de la Niña. A ambos lados del Pabellón Villanueva, dispuestas simétricamente, figuran dos glorietas que deben su nombre a los tilos que las bordean. En la glorieta sur se erige la estatua de una niña (de ahí su nombre), obra del escultor Julio López Hernández, que sostiene en sus manos una dalia, planta colectada en la expedición científica de Martín Sessé a México, descrita por Cavanilles como Dahlia pinnata y cultivada por primera vez en Europa en este Jardín Botánico. La escultura también recuerda al visitante que el Botánico pertenece desde 1991 a la Asociación de Jardines para la Paz. Con un ambiente soleado en las mañanas de otoño y umbrío y fresco en verano, la Glorieta de la Niña invita al visitante a reposar o leer en sus bancos.
4. La Estufa de Palmas. Conocida también como Invernadero o Estufa de Graells porque se construyó en 1856 siendo director del Jardín el científico Mariano de la Paz Graells, sigue funcionando desde su creación como estufa fría, es decir con una temperatura y humedad más o menos constantes, sin otro regulador que el mantenimiento de las plantas al abrigo, el calor del sol y la ocasional ayuda de aspersores. Viven estas condiciones helechos, musgos, plataneras, plantas trepadoras…, y en su estanque plantas acuáticas. Una vez cautivado por su vegetación, el visitante también dirige su mirada al suelo, por su histórica reja, o a la luz natural que, desde el techo, proporciona su cubierta.
5. Mesas expositoras. Saliendo de la Estufa de Palmas y recorriendo el paseo del emparrado, el visitante llega a las mesas expositoras, una de las propuestas más recientes. Una zona del Jardín dedicada a vivero se ha reconvertido en zona de exhibición para poder mostrar al público plantas cultivadas en tiesto. Ahí se ha plantado un seto de durillo en todo el perímetro de la figura y se han colocado unas mesas especiales que se pueden rellenar de arena para exhibir la colección de bulbosas cuando están en flor y no se vea afectado su cultivo. Además se muestran plantas con especial interés científico. En esta zona también se puede disfrutar de una rocalla con la colección de Sedum y Sempervivum que se ha venido creando en los últimos años. Como en los otros cuatro escenarios anteriores, este también está preparado a prueba de disparos y flashes fotográficos.